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El dueño y presidente del Cartagena, Paco Belmonte, la alcaldesa Ana Belén Castejón y la consejera Adela Martínez-Cachá. J. M. R. / AGM
Un sueño que se tornó en pesadilla

Un sueño que se tornó en pesadilla

El Cartagena se vio en medio de una fiesta ajena que le hace tener que afrontar dos difíciles eliminatorias más para poder subir a Segunda

M. F. / R. S. / E. R. K.

MAJADAHONDA

Lunes, 28 de mayo 2018, 07:53

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Las lágrimas brotaron un rato más tarde. La primera expresión de todos los albinegros presentes en el Cerro del Espino fue mirarse con incredulidad. No lo podían creer. Lloraron los niños que se llevaron su primer desencanto y también los mayores. No quedaron exentos de la tristeza final los representantes políticos. Como un niño lloraba el director general de Deportes, Alonso Gómez López. No podía pronunciar palabra. Aparecía en ese momento por la zona de Preferencia Paco Belmonte. El máximo responsable del FC Cartagena no podía contener la emoción, pero fue besando y abrazando al personal del club y a sus invitados, a todos los albinegros que lloraban.

Los seguidores se quedaban en la puerta a despedir a los suyos y animarles para que lo consigan en el segundo intento. Luego, de vuelta, tendrían que enfrentarse a un terrible tormenta y carreteras llenas de tierra. Todavía de esa forma querían ir a recibir al equipo en su llegada a Cartagena.

La más animada era la alcaldesa de Cartagena. Castejón se reconocía orgullosa del equipo y pedía «que nadie se caiga, que hay otra oportunidad y lo vamos a conseguir». La consigna era pensar en el Celta B, pero se hacía duro tan pocos minutos después del batacazo.

Quien también lo llevó muy mal fue el coordinador de la cantera, un Isidoro García destrozado, con la cabeza agachada y apoyada en un muro de cemento. La mirada perdida. No se lo podía creer, como Paco Sánchez, colorado y con los ojos llorosos. El excapitán Mariano Sánchez abandonó la zona de Preferencia con su familia a toda pastilla, y los invitados como el portavoz municipal del Partido Popular, Francisco Espejo, se llevaron las manos a la cabeza.

Un Palacio a rebosar

Tras ondear banderas al viento, corear las principales consignas de ánimo al equipo y emocionarse al casi tocar la clasificación, el gol en contra en el minuto 96, el último del descuento, dejó tocada a la afición. El camino a casa, sin esperar siquiera el pitido final del partido, fue duro. «Ha sido el árbitro». «No se pueden fallar tres ocasiones en los últimos diez minutos». «Hemos jugado a empatar y por eso hemos perdido». Cuatro mil personas desalojaron el Palacio de Deportes de Cartagena entre lágrimas, reproches y frustración, tras asistir en pantalla grande a la derrota.

Algunos, como Juan Carlos Navarro, no se rindieron y llevaron su bandera con orgullo en la ventana del coche de camino a su hogar. «Los colores no se esconden en ningún caso». Hay una segunda oportunidad.

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