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Vista aérea del Estadio Municipal Cartagonova en el tercer partido que acogió, el 28 de febrero de 1988. Fue contra el Bilbao Athletic, cuando el ariete vasco Uribarrena marcó el primer gol en la historia del recinto de Benipila. Archivo La Verdad
Tres décadas de sueños incumplidos
FC Cartagena

Tres décadas de sueños incumplidos

El Cartagonova cumple 30 años con una ilusión compartida, la de un futuro de éxitos que finiquite su leyenda negra

Francisco J. Moya

Cartagena

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Miércoles, 7 de febrero 2018, 03:03

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La historia fue rocambolesca, con idas, venidas, promesas incumplidas, traiciones y deslealtades que, entre otras cosas, desencadenó la renuncia del gallego Andrés Martínez, el presidente que mantuvo al Efesé en Segunda A entre 1982 y 1988. Él quería que el Cartagonova fuera para el Cartagena FC, pero al final ganó la batalla el entonces alcalde Antonio Vallejo, del Partido Cantonal, y el estadio se lo quedó el Ayuntamiento, que previamente había cedido el suelo del antiguo Almarjal, situado en el paseo Alfonso XIII, al hipermercado Continente (ahora Carrefour). La compañía francesa, a cambio, levantó un moderno campo de fútbol (un calco de Castalia y del Mini Estadi) a orillas de la rambla de Benipila. Hoy se cumplen 30 de años de su inauguración.

El estadio Cartagonova abrió el telón un 7 de febrero de 1988 con un tedioso Cartagena-Burgos, de Segunda A, que acabó con empate a cero y sin ocasiones. Los albinegros, entrenados por Uribarri, formaron con Sebastián; Valle, Pérez Durán, Paco Sánchez, Pedro; Sagarduy, Brizzola, Sebas, Lucas; Manolo Requela y Paco Machín. En la segunda mitad entraron Alonso y Amorós. El Burgos jugó con Bastón; Vilchez, Martínez, Tamayo, Bautista; Blanco, Álvarez, Blanco Vila, Ibáñez; Sanz y Mata. Luego jugó Antelo.

El jugador que tocó el primer balón fue Mata, padre de Juan Mata, actualmente jugador del Manchester United, y que unos años después militó en el Efesé. Antes del encuentro, Valle, entonces capitán del Cartagena, le dio una placa a Tamayo, capitán del Burgos. El campo rozó el lleno, con 14.000 espectadores. Pero no se celebró nada. El Efesé era penúltimo, aunque todavía tenía opciones de salvar la categoría. Quedaban 15 jornadas y estaba a tres puntos de la salvación. Las crónicas de 'La Verdad', firmadas por Guillermo Jiménez y Pedro Caparrós, cuentan que aquella tarde «no hubo ni bendición, ni discursos, ni banda de música, ni fuegos artificiales». Fue una inauguración sin fiesta.

«El césped estaba durísimo y el partido fue malo. No nos adaptamos al nuevo estadio y bajamos»

Alejandro Sagarduy

«No pegué ojo la noche anterior y recuerdo el nerviosismo de todos cuando llegamos al campo»

Manolo Requena

«Nos costó un mes marcar un gol en el Cartagonova y llegaron a poner ajos detrás de las porterías»

Pedro González

«Llevábamos mucho tiempo esperando el nuevo estadio y personalmente estaba deseando salir del Almarjal y luego de Torre Pacheco. En el Celta y en el Sporting, en Primera, yo había jugado en el Bernabeu y en el Nou Camp, pero lo cierto es que llegué al Cartagena en el 84 y aquel día del Burgos, ya en el 88, volví a sentir esas mismas sensaciones. El partido fue bastante malo. Yo era extremo y recuerdo que jugué de lateral. Estábamos en el hoyo y creo que el campo se nos hacía gigante. Nos costó un mes marcar un gol en el Cartagonova y llegaron a poner ajos detrás de las porterías para luchar contra el mal fario. Lo curioso es que en Torre Pacheco jugábamos mejor y ganamos bastantes partidos», cuenta el asturiano Pedro González Llosa, salido de la cantera de Mareo y jugador del Efesé entre 1984 y 1989. «Me retiré con 30 años, muy desengañado del fútbol y tras tres operaciones en quince meses», confiesa.

«En precario»

El vasco Alejandro Sagarduy (514 partidos), junto a Perico Arango (540) el futbolista que más veces se ha puesto la camiseta del Efesé, también estuvo esa tarde sobre el césped. «Recuerdo la ilusión de todos y un campo lleno, con la gente entregada, tal y como siempre pasa en Cartagena en las ocasiones importantes. Pero, como casi siempre, no le pudimos dar a la gente una victoria. Hubo muy poco fútbol y apenas pasó nada en el partido. Nosotros estábamos en una mala dinámica. Veníamos de perder 3-0 en Elche y 4-0 en Málaga, en los dos primeros partidos con Uribarri. Fíjate el panorama», dice Sagarduy.

«Recuerdo que fuimos a entrenar el miércoles y el césped estaba durísimo. Parecía de cemento y los tacos de las botas no se clavaban. Estuvieron regándolo todo el fin de semana y, de aquella manera, se salvó el expediente. Estaba todo por hacer y se inauguró el campo un poco en precario. No nos adaptamos al nuevo campo y solo ganamos un partido, al Recreativo, y otro en la última jornada, ya descendidos. Casi todos pensamos que hubiera sido mejor quedarnos en Torre Pacheco, habernos salvado y ya en verano, con la plantilla reforzada, mudarnos al Cartagonova», cuenta Sagarduy, quien espera ver pronto en la élite al Efesé. «Si están el Leganés, el Getafe y el Girona, podemos estar nosotros perfectamente», sostiene.

Para Manolo Requena, aquel domingo fue «inolvidable y muy emotivo». El delantero nacido en Los Mateos debutó con 17 años en el primer equipo, en Vallecas, y estuvo siete años en el Efesé, entre 1986 y 1993. «Para los cartageneros de la plantilla, el partido con el Burgos fue muy especial, a pesar del 0-0. Yo me ponía siempre muy nervioso antes de los partidos, pero aquella noche no pegué ojo. Recuerdo el nerviosismo de todos al llegar al campo y el momento de salir a calentar y ver el estadio casi completo a falta de 45 minutos», explica Requena. Aquella fue la primera historia vivida en un recinto en el que treinta años después casi todos los sueños siguen sin cumplirse y que sigue esperando que un futuro lleno de éxitos finiquite para siempre la leyenda negra que le persigue desde febrero del 88 .

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