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La VERDAD
Domingo, 27 de mayo 2018, 14:53
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«Ha sido el árbitro». «No se pueden fallar tres ocasiones en los útlimos diez minutos». «Hemos jugado a empatar y por eso hemos perdido». Cuatro mil personas desalojaron este domingo el Palacio de Deportes de Cartagena entre lágrimas, reproches y frustración, tras asistir en pantalla grande a la derrota del Cartagena contra el Majadahonda en el partido por el ascenso a Segunda División.
Tras ondear banderas al viento, corear las principales consignas de ánimo al equipo y emocionarse al casi tocar la clasificación, el gol en contra en el minuto 96, el último del descuento, dejó tocada a la afición. El camino a casa, sin esperar siquiera el pitido final del partido, fue duro.
Algunos, como Juan Carlos Navarro, no se rindieron y llevaron su bandera con orgullo en la ventana del coche de camino a su hogar. «Los colores no se esconden en ningún caso», explicó. Aunque hasta un seguidor entregado como él reconocía las dificultades de conseguir el ascenso en la segunda oportunidad que se le brinda al equipo.
El público lleóo tres cuartas partes del graderío del Palacio y toda la pista central para asistir gratis al encuentro, gracias a que el Ayuntamiento instaló una enorme pantalla de 18 metros en uno de los fondos. «Tenemos a la mitad de la familia en Majadahonda viendo el partido, pero nosotros no conseguimos entradas», explicó Fátima Sala en el descanso, «Nosotros tampoco. Pero bueno, esto está bien organizado. El partido está difícil y el árbitro es demasiado casero», añadió Felipe López, también en el medio tiempo.
Con el paso de los minutos, la afición se puso a tono con cánticos, banderas al viento y agitar de bufandas. Con las ocasiones marradas por los delanteros albinegros, cuando el Majadahonda se volcó en ataque, algunos se mordieron los labios. «A ver si vamos a echar de menos los goles fallados», decían
Cuando llegó el descuento (7 minutos) las caras de tensión esperaban el momento del pitido final para relajarse. «¡Pita de una vez!», murmuraron algunos, en primera fila.
Con el gol del contrario, la afición se vino abajo y comenzó a desalojar ordenadamente gradas y pista camino de casa. Pocos mencionaron que todavía hay una oportunidad de subir. La mayor parte utilizó la vuelta a casa para digerir la derrota, entre la tristeza y la rabia.
El partido también se vivió con intensidad en los bares y, sobre todo en las terrazas de los establecimientos hosteleros de toda Cartagena, que echaron mano de las pantallas de televisión que tenían.
Entre cervezas, tapas y refrescos, los cartageneros disfrutaron del partido hasta que el gol casi al final les agrió el aperitivo.
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