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Como un domingo en tentegorra

FRANCISCO J. MOYA DE ÚLTIMO

Lunes, 18 de julio 2016, 11:29

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El Cartagena no puede permitirse un tercer año cerca del descenso. Un club como el Efesé necesita reaccionar ya, tras dos temporadas incalificables. Al menos, la última ha servido para que Paco Belmonte y Manuel Sánchez Breis sellen de una vez por todas la herida abierta por Paco Gómez y que no fue taponada por la conexión uruguayo-valenciana de Sporto Gol Man. Al contrario. Todo lo que podía ir a peor, empeoró con Javier Martínez, Javier Marco, Florentino Manzano, Daniel Golpe y Julio César Ribas al mando. Esto es lo que escribí en marzo, cuatro semanas después del despido de Víctor y la llegada de Alberto Monteagudo. El equipo no arrancaba, iba de empate en empate y seguía más cerca de Tercera que de Segunda. Un calvario. Otro año así iba a ser insoportable. Y añadía que Paco Belmonte, propietario del club, dueño del 100% de las acciones de la SAD y director deportivo en una acumulación de poder solo vista antes en el club en los tiempos del 'Cartago' de Florentino Manzano, iba a tener poco margen de error este verano. En su segundo proyecto tenía que afinar muchísimo e intentar no repetir contrataciones fallidas, como las de Jonxa Vidal, Pepe Palau, Fede Laens o Álvaro Montero.

El paso del tiempo ha ido mejorando las cosas. La reacción del conjunto albinegro de la mano de Monteagudo, la clasificación para la Copa del Rey y el ascenso de tres duros enemigos que ya no lo serán como UCAM, Cádiz y Sevilla Atlético, despejan el panorama. Y parece evidente que Belmonte ha acertado al apostar por mantener una importante base de la plantilla que el año pasado acabó evidenciando que estaba capacitada para mucho más que ese séptimo puesto que al final atrapó. Además, los jugadores que han venido, especialmente los delanteros Arturo y Fernando y el exterior Óscar Rico, ilusionan al personal. Hoy, mi sensación es que se va por el buen camino.

Pero lo expuesto anteriormente no significa que haya que lanzar las campanas al vuelo, algo que en Cartagena gusta casi tanto como ir a pasar un domingo de invierno a Tentegorra. O de verano, a La Manga. Experiencias pasadas nos invitan a mantener la prudencia y a pensar en que nadie se pasea nunca en Segunda B. Y en Cartagena, tenemos completadas todas las horas del máster en fracasos, desengaños y decepciones en esta desdichada categoría, de la que todo el mundo quiere huir pero en la que finalmente casi todos deben permanecer contra su voluntad.

En la mente de todos los aficionados albinegros está aún fresco el recuerdo del lamentable verano de 2011, el de Ángel Quirantes fichando y Paco Gómez pregonando que el equipo acabaría campeón y subiría a Primera por la vía rápida. Nueve meses después tuvimos que digerir el más espantoso desatino del fútbol local en lo que llevamos de siglo, aquel ignominioso descenso del equipo que entrenaba Carlos Ríos y en el que jugaban Manolo Reina, Manolo Gaspar, Chus Herrero, Abraham Paz, Josemi, Dimas, Álvaro Antón, Chamorro, Collantes y Toni Moral, entre otros. Jugadores contratados para ascender que acabaron dejando al equipo de vuelta en el pozo de la Segunda B.

Solo aquel triste recuerdo tendría que servir para que nadie levantara los pies del suelo en este verano que, por otra parte, nos está dejando la confirmación de que en Cartagena no se puede contar con más de 5.000 aficionados fieles. Tras el repunte del año pasado, cuando algunos parece que solo reaccionaron y compraron su carné tras comprobar con espanto cómo este Efesé moderno casi moría en Las Palmas de Gran Canaria, sorprende que la campaña de socios esté avanzando tan lentamente. Salvo que haya un vuelco radical en las tres próximas semanas, el Cartagena 16-17 difícilmente pasará de los 5.000 abonados. ¿Son pocos? ¿Son muchos? Lo único que yo tengo claro es que son los que hay y, en las dos últimas campañas, han demostrado una lealtad y una madurez nunca antes vista por estas latitudes.

Claro que, en lo estrictamente deportivo, el Cartagena está obligado a pelear con los mejores y no puede acabar un tercer año sin, como mínimo, catar el 'playoff' de ascenso. Estar entre los cuatro primeros es lo mínimo. Pero esa exigencia es mutua y hay que pedir un esfuerzo al aficionado de quita y pon. Belmonte y Breis, asumiendo sus fallos de novatos y sus errores de cálculo, han hecho un trabajo notable en el último año. El club se desangraba en lo económico. Hoy, todo el mundo lo pone como ejemplo de seguridad en los pagos. En lo institucional, el club era la 'nada'. Hoy, importantes empresas de la comarca lo usan como soporte publicitario. Hay proyecto. Hay seriedad. Hay ilusión. Hay sentido común. Hay cordura. Hay futuro.

No todo es perfecto en este Efesé, desde luego. Pero si me dan a elegir, prefiero el proyecto de Belmonte a uno liderado por un empresario chino de cuya vida (e intenciones) sé muy poco. O al de Mendoza en Murcia, en el que sobra el dinero pero nunca sobrarán emociones ni apoyos. Al contrario, incluso en la élite, siempre faltarán.

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