Tuvo que llegar el invierno para que saliera el sol en el Cartagonova, ese campo maldito y en el que las probalidades de que pasen cosas más o menos normales son cada año más bajas. Cuando ya parecía que el frío no haría acto de presencia por esta tierra en este invierno suave como pocos, el termómetro cayó diez grados de golpe y la mañana cálida y apacible dio paso a una tarde fea y horrorosa, de las que invitan al sofá, la manta y el calefactor. Lo de que salió el sol es pura metáfora, por supuesto. La tarde, que acabó con aguacero y vendaval, fue típica de otras latitudes. Pero -por fin- en mitad del temporal llegó el calorcito a Benipila, donde las cosas se estaban torciendo de una manera inexplicable. Hasta el punto de que un equipo con nivel suficiente para pelear con los mejores se había (y ha) visto obligado a luchar con los peores. El fantasma del descenso, otra vez. Qué manera de sufrir.
Todo se estaba poniendo muy feo, con un Jumilla que estaba liquidado hace un mes pisando ya los talones del Cartagena, por poner un ejemplo la mar de ilustrativo. También nos encontrábamos, con cierto estupor, a Villanovense, Linense, San Roque de Lepe y Linares tirando hacia abajo e invitando a los albinegros a la fiesta de la mediocridad en el pelotón de los torpes. Las cosas se han ido emponzoñando tanto en los dos últimos meses que incluso lo que nadie se imaginaba -ni siquiera los dueños del club- terminó pasando y Víctor tuvo marcharse. Se fue sin que le pitaran. Se fue sin que pidieran su cabeza. Pero, con todo el dolor de miles de corazones albinegros, no había otra salida. Tenía que irse.
Llegó Monteagudo hace diez días y sería muy precipitado hablar de ‘Efecto Monteagudo’ o aseverar que su mano ya se nota en el equipo. Eso se verá dentro un mes. Ahora, lo que verdaderamente importa, es que el Cartagena huye de la quema tras tapar una hemorragia que ha durado demasiado tiempo: ocho duras y agónicas semanas. Ayer -ya era hora- la alegría lo invadió todo en Benipila. Porque el Efesé, con un cómodo triunfo ante el Mérida cimentado en una gran primera mitad, acabó con dos meses de penurias, disgustos y fracasos y sumó tres puntos que eran básicos en el debut de Monteagudo en el banquillo local del Cartagonova.
Máxima efectividad
Había que reaccionar ya y los albinegros lo hicieron. Encarrilaron los de casa muy pronto su primera victoria en dos meses, gracias a un bonito gol de Menudo, quien rompía su sequía con un zurdazo raso y ajustado al poste, después de un fabuloso pase de Chus Hevia. El asturiano, mucho más cómodo en la mediapunta y haciendo daño por detrás de Sergio García, mezcló muy bien con el reaparecido Quique Rivero. Y aquí toca detenerse. El cántabro, cuando rompe a jugar y aún con unas imperfecciones que no le han permitido aún asentarse en el fútbol de élite, es puro arte.
Con él al mando de las operaciones, todo fluye y todos los que están a su alrededor parecen mejores. Su ausencia ha hecho tanto daño al equipo que habrá que rezar para que no le pase nada más y que el chaval pueda jugar sin problemas los trece partidos que restan. No es ninguna casualidad que cuando él cayó lesionado, el Cartagena estuviera a 5 puntos de la cuarta plaza. Y ayer, cuando Rivero por fin volvió al ‘once’ inicial, esa distancia se había triplicado, hasta irse a los 16 puntos. Tras los resultados de esta jornada, se queda a 14 del ‘playoff’ de ascenso. Una diferencia imposible ya de remontar. ¡Qué lástima!
En cualquier caso, hay que quedarse con lo bueno. Ya habrá tiempo de análisis más profundos. Y lo bueno es que ayer hubo reacción. Más vale tarde que nunca. Contra el Mérida, en el minuto 4, ya ganaba el Cartagena. Y en el 14 llegó el 2-0. También lo hizo Menudo, en esta ocasión de penalti, tras una mano tan clara como absurda del visitante Morgado. Acortó distancias a la media hora Aitor, quien estuvo más vivo que los demás en el rechace de un córner y batió a Limones con un derechazo seco e imparable. El 2-1 era demasiado premio para el equipo extremeño, que estuvo a merced del cuadro local durante los 45 primeros minutos.
Antes del descanso, una gran internada de Jesús Álvaro por la izquierda terminó con un pase preciso del tinerfeño al corazón del área. Allí apareció Chus Hevia para rematar en semifallo. Pero la pelota entró. Con el 3-1 se llegó al descanso. Siguió apretando el Cartagena en el inicio del segundo tiempo. Y Chus Hevia, con un remate de cabeza que dio en el larguero, pudo hacer doblete. En el minuto 65 llegó la enésima expulsión del Efesé en esta Liga. Ayoze vio la segunda amarilla tras un claro derribo a Pedro Conde en un sitio poco peligroso y dejó a los suyos en inferioridad.
Los locales juntaron las líneas y defendieron muy bien la meta de Limones, que solo tuvo que emplearse a fondo en un par de disparos lejanos de Joaqui y Diop. En varios contragolpes peligrosos pudo llegar incluso el cuarto del Cartagena. Menudo y Cristo Martín crearon mucho peligro por las bandas y a Sergio García le anularon un gol por un fuera de juego más que dudoso. Con esta victoria, el Efesé sube a la décima posición, con 31 puntos, cuatro por encima del descenso. Así, toma aire antes de la trascendente salida a Jumilla.