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Alberto Monteagudo, nuevo técnico del Cartagena, observa a sus jugadores durante un entrenamiento.
Monteagudo, contra la depresión

Monteagudo, contra la depresión

El Cartagena está obligado a ganar en Almería para no complicarse más, en el debut de su nuevo entrenador

Francisco J. Moya

Domingo, 7 de febrero 2016, 00:38

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Cuando el pasado 31 de diciembre, después del último entrenamiento del año, los futbolistas del Efesé irrumpieron en la sala de prensa del Cartagonova, interrumpiendo la comparecencia de Víctor ante los periodistas en la previa a la salida de Lepe, haciendo la conga y cantando a modo de broma el ¡Víctor, vete ya!, nadie podía imaginarse que solo un mes después, en el primer partido de febrero, Víctor no estaría en el banquillo del Cartagena. Ni el más pesimista de los seguidores albinegros podía imaginar un escenario así.

Aquello, una guasa propia del día que era (el preludio del champán, los brindis y una fiesta de Nochevieja que algunos estiraron más que otros), no debía tener la más mínima importancia. Aquellos cánticos llegaban precisamente por la confianza que los futbolistas tenían con el entrenador (y viceversa) y desde la convicción de que el Cartagena, con Víctor, remontaría el vuelo en la segunda vuelta y acabaría luchando por la cuarta plaza, objetivo marcado por el club para esta temporada en el que todo pasa por sacar adelante el concurso de acreedores.

El equipo acabó el año con dos decepciones, la derrota en el derbi y el empate en casa ante el flojísimo Melilla. Pero a 31 de diciembre aún pesaba más la buena racha anterior de ocho semanas sin perder (cuatro victorias y cuatro empates). Había confianza en Víctor, dentro y fuera del vestuario. Sin embargo, bastó con que, solo tres días después de aquella conga divertida en la sala de prensa, el Cartagena se dejara dos puntos en Lepe, para que las caras empezaran a agriarse. Y los gestos, a torcerse. Y así, las dudas comenzaron a instalarse en el club, tanto en la grada como en los despachos.

Hasta tal punto fue así que en la víspera del Día de Reyes, una convocatoria sorpresa -y de urgencia- del club hizo que se dispararan todas las especulaciones. Algunos pensaban incluso que Víctor iba a ser despedido esa mañana. Manuel Sánchez Breis, mánager general, tuvo que adelantar en una red social que lo que se iba a anunciar era un «regalo de Reyes» y los propietarios de la entidad se vieron obligados a adelantar por Whatsapp a los periodistas que se trataba de una «buena noticia». Y así fue: Belmonte y Breis entraban en la sala de prensa acompañados de Sergio Jiménez y anunciaban la renovación del centrocampista canterano hasta 2019.

La única salida

Pero tampoco se ganó en Linares y el crédito de Víctor, absoluto hasta Navidad, empezó a consumirse a la velocidad de la luz. Tras la derrota ante el Cádiz, el cambio en el banquillo se convirtió ya en casi la única solución que le quedaba a Belmonte. Y lo que a principios de enero era algo muy improbable se transformó a mediados de mes, solo quince días más tarde, en una posibilidad más que real. Es más, en el entorno albinegro se daba por hecho que, salvo reacción rápida de un grupo que daba síntomas de colapso generalizado, el adiós de Víctor iba a llegar en cuestión de pocas semanas. Y así fue: en dos más, exactamente. Porque las derrotas ante el Linense y el Sevilla Atlético, unidas a la incapacidad del equipo para levantarse de la lona, acabaron con la primera aventura de Víctor en los banquillos.

Tras el 'no' de Eloy Jiménez, el entrenador que Belmonte quería para reflotar la nave albinegra en estas últimas quince jornadas, finalmente ha llegado al Cartagonova Alberto Monteagudo, un hombre de fútbol, con una filosofía muy similar a la de Víctor y que necesita reivindicarse en un club grande tras sus últimos fracasos en Cádiz y La Roda. Nadie mejor que un entrenador necesitado para trabajar a destajo en la tarea de resucitar a un Cartagena que ya solo tiene tres puntos de colchón con respecto al puesto de promoción por la permanencia.

Y no puede dormirse Monteagudo en su estreno. Porque lo que le espera hoy en Almería es un debut trampa. Es verdad que el Cartagena visita al colista, un filial rojiblanco que solo ha ganado cuatro partidos en toda la Liga y de cuyo campo se han llevado los tres puntos Jaén, Linares, La Hoya Lorca, Balompédica Linense y UCAM. Melilla y Mérida empataron en el Estadio Juegos del Mediterráneo. Pero los almerienses saben que deben reaccionar ya para salir del pozo de la clasificación y que, pese a su nefasta campaña y a encandenar tres derrotas en las tres últimas jornadas, la salvación les queda aún relativamente cerca: a 7 puntos. Es además la distancia a la que dejarán al Cartagena si hoy son capaces de quedarse con los tres puntos en juego, algo que solo han conseguido cuatro veces en este campeonato. Fue, siempre en casa, ante Recreativo, Granada B, Marbella y Jumilla. El cartagenero Hicham (7 goles) y el madrileño Montero, 'cortado' por el Cartagena hace tres semanas para poder contratar a Chus Hevia, son las principales amenazas de un filial que desde hace cinco semanas entrena Fernando Estévez.

En cuanto al Cartagena, Monteagudo ha tenido poco margen de maniobra para hacer su primera convocatoria. Las lesiones de Mario y el recién llegado Indiano, la sanción de Moisés y la lentitud en la recuperación de Juanlu Hens le han dejado con solo 17 jugadores disponibles. La buena noticia es que Quique Rivero estará en el banquillo y podría jugar sus primeros minutos en más de dos meses.

El técnico manchego, que se lleva a toda la plantilla a Almería, es un enamorado del 4-3-3. Pero podría verse obligado en su debut a usar un 4-2-3-1, ya que Sergio Jiménez y Luque son sus únicos pivotes sanos. Así, lo normal es que ponga a Sergio García, Cristo Martín y Menudo en una línea de tres mediapuntas, con Chus Hevia como delantero centro. Para jugar con tres pivotes en el medio, solo tiene dos opciones: poner de titular al recién llegado Gladestony o meter ahí a Cristo Martín, algo que Víctor ya hizo el día del Melilla. Y el tinerfeño rindió a buen nivel.

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