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El canterano Sergio Jiménez, desfondado, al acabar el encuentro ante Las Palmas Atlético del domingo.
Un equipo sin resuello
FÚTBOL | FC CARTAGENA

Un equipo sin resuello

Solo dos jugadores del Efesé acabaron enteros el duelo del domingo; la plantilla ha llegado fundida al tramo final

Francisco J. Moya

Martes, 26 de mayo 2015, 00:08

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De los once futbolistas del Fútbol Club Cartagena que iniciaron el partido del pasado domingo ante Las Palmas Atlético -la primera parte de una eliminatoria a vida o muerte-, solo dos acabaron enteros. El lateral Ceballos y el mediocentro Ramón Arcas fueron los únicos jugadores albinegros que llegaron al minuto 90 con las piernas frescas, siendo capaces de esprintar en buscar de una pelota dividida o de ganar una carrera a un contrario. Segura y Carlos Martínez, que habían entrado en el segundo tiempo, también tenían aliento. Era lo lógico. Solo jugaron un ratillo. Faltaría más.

Pero los otros siete futbolistas que Palomeque tenía sobre el césped -no había otros que poner- llegaron al tramo final del trascendental choque absolutamente fundidos. Incluso tuvo problemas para terminar el meta Manzanares, quien se pasó medio segundo tiempo echándose réflex en su pierna izquierda. Gato, Prosi y Santisteban se lesionaron y pidieron el cambio. Tarantino, Sergio Jiménez y Migue García, si hubieran podido, también hubieran dejado su sitio a un compañero en el segundo acto. No podían más. Robusté y Germán acabaron axfisiados. Tan mal ha llegado este Efesé a la promoción por la permanencia que Chus Hevia, con una rotura de fibras que en condiciones normales le mantendría dos o tres semanas fuera de circulación, jugó los últimos doce minutos el pasado domingo. Si hubiera marcado el 'gol del cojo', habría sido un milagro.

El escenario es dantesco. Los futbolistas del Cartagena están fundidos. Y rotos. El que no está lesionado, tiene molestias. Y el que está sano, es incapaz de aguantar a tope los 90 minutos del partido. Se vio el domingo, cuando futbolistas como Germán, Sergio Jiménez, Prosi, Arcas o Migue García protagonizaron un despliegue físico fantástico en los primeros compases del choque ante el filial de Las Palmas. Rindieron al 100% y lograron someter al rival. Pero la gasolina solo les duró media hora. Y en la segunda mitad sufrieron una barbaridad para mantener su puerta a cero. Y ya fueron incapaces de pisar el área contraria. No podían llegar. El físico les abandonó, tal y como ha sucedido durante buena parte de la temporada.

Una detrás de otra

Manolo Palomeque, técnico del Cartagena, está desesperado. Trabaja duro cada semana y se estruja el cerebro para exprimir al máximo lo que tiene (que es muy poco). Prepara los partidos con precisión de cirujano e intenta controlar hasta el detalle más pequeño. Pero es imposible superar todos los contratiempos que cada domingo aparecen. Cuando media docena de futbolistas no están para jugar 90 minutos, ganar partidos se convierte en un objetivo imposible. Si -además- los únicos dos futbolistas que pueden marcar goles (Chus Hevia y Seba Ribas) están lesionados, habrá que rebajar las expectativas y contentarse con estar todavía vivos, con opciones de mantenerse en Segunda B. Es lo que queda.

Palomeque no quiere disparar contra nadie. Ni buscar excusas que ahora no servirían de nada. No quiere mirar al pasado. Lo evita. Pero el domingo, tras el empate sin goles ante Las Palmas Atlético, mandó un mensaje bastante claro a todo aquel que quiso escucharlo: «Todo esto de las lesiones viene de muy lejos. Todos lo sabemos. Pero ahora no me voy a poner a valorar este asunto», señaló el algareño, a modo de recordatorio.

Todo viene de la lamentable pretemporada que organizó Julio César Ribas, iniciada con equipos de primer nivel como el Betis y el Rayo Vallecano y terminada ante rivales de Preferente (CD Algar) y Tercera (Águilas, Pinatar y La Unión). Al revés. Todo viene de una planificación incalificable, con solo 16 jugadores en la plantilla, con entrenamientos específicos solo para los 11 titulares y con sesiones de trabajo al peso (con 20 chavales amateur y juveniles en entrenamientos sin calidad ni intensidad). Algo surrealista.

Julio Ribas ya no está. Tampoco sigue Domingo 'El Bomba' Cáceres, quien durante cinco semanas -las que su 'jefe' Ribas estuvo en Montevideo arreglando sus papeles para legalizar su situación en España- llevó la voz cantante en unos entrenamientos que ningún futbolista se tomaba en serio y en los que nadie 'pegaba palo'. Aquellos excesos son ahora déficits. Entonces, casi nadie trabajó. Hoy, casi nadie está a punto.

Cuesta, cuestionado

Al no estar los uruguayos Ribas ni Cáceres, todas las miradas se dirigen al preparador físico que Florentino Manzano trajo el pasado verano, el gaditano Miguel Cuesta. Vino con el único bagaje de un buen año en el San Fernando que entrenó Pepe Masegosa (sexto clasificado en la campaña 2012-13). Y vino, sobre todo, porque su padre -consejero del Cádiz- le hizo la vida un poco más fácil a Manzano en sus dos nefastos años en Carranza. Cuesta siempre podrá alegar que Julio César Ribas se entrometió en su trabajo, que él no fichó a nadie y que él no se encarga de la recuperación de los futbolistas que caen lesionados. Pero es obvio que su grado de responsabilidad es muy alto. Los futbolistas no aguantan 90 minutos. Da igual que tengan 22 o 32 años. No tienen resuello. Y él ha sido el preparador físico todo el año.

Cuesta era el principal apoyo en el vestuario de Julio Ribas, incluso después de que el uruguayo se marchara y Manolo Palomeque tomara el control del equipo. Lo dramático es que esto ya no tiene solución. Ahora, cuando ya solo quedan 90 minutos, solo queda encomendarse a la suerte. El depósito está vacío y ya no hay tiempo de llenarlo.

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