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Un destino insoportable
CRÓNICA

Un destino insoportable

El Cartagena lo hace todo para ganar, pero pierde dos puntos básicos en el minuto 88

Francisco J. Moya

Lunes, 23 de febrero 2015, 10:58

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Al Cartagena le persigue la Ley de Murphy. Ya saben. Lo que pasa cuando las cosas van mal es que siempre suelen ir a peor. La temporada más nefasta de la historia del club está dejando episodios lacerantes, fuera y dentro del terreno de juego, por momentos insoportables. Y da la sensación de que esto no tiene final. Nunca se hace de día. Ya fue rarísimo que los albinegros no ganaran la semana pasada en Melilla un partido que tenían ganado y que nunca debió escaparse. Pero se escapó. No se sumó nada en el Álvarez Claro. Y la clasificación, a estas alturas, ya no espera a nadie. El peligro estaba ahí. La guadaña del descenso es implacable.

Por eso, todo lo que no fuera ganar ayer al Cacereño iba a significar caer al fondo. Hundirse en el lodo más profundo. Y lo que ocurrió es que ayer, en un Cartagonova con demasiadas butacas desiertas y en el que no hubo ni rastro de todos los personajes relevantes que han tenido que algo con ver con Sporto Gol Man 2020 en los últimos meses, los de Palomeque tampoco pudieron sumar los tres puntos en un encuentro que dominaron perfectamente y que evidenció la clara mejoría del equipo con el técnico algareño en el banquillo.

Pero el problema es que -otra vez- todo se estropeó al final, como en las malas películas. Todo el edificio -bien construido por un Palomeque que tal vez haya llegado demasiado tarde a su cita con el destino- se derrumbó de un modo demasiado duro. Muy cruel. Previsible, tal vez. Pero no se merecían los albinegros salir del recinto de Benipila sin los tres puntos en el zurrón. Porque todo estaba controlado hasta el minuto 62, cuando Carlos Martínez vio una segunda amarilla tan justa como absurda y dejó al equipo local con uno menos.

Dominio absoluto

El Cartagena, muy superior durante la primera hora de partido (la tarde estuvo durante un rato muy grande para un 3-0), no sufría en inferioridad. El Cacereño no inquietaba. Ni siquiera con un hombre más dominaban los de Ángel Marcos. Pero cuando solo quedaban dos minutos para el final, Carreño hizo el empate a uno en un saque de esquina y dejó helada a una grada que había disfrutado con los suyos como hacía tiempo que no lo hacía, a excepción de la tarde del Granada. Es más, la actuación de los albinegros durante los primeros 60 minutos fue casi tan buena como en aquella victoria ante el filial granadinista del pasado 18 de enero, la única del Efesé en los últimos tres meses.

Chus Hevia adelantó muy pronto al Efesé (minuto 4), al aprovechar un fallo de Toto, driblar al central extremeño (quien antes había convertido un pase a su compañero Salva en una asistencia a Hevia) y definir perfectamente, con la derecha, delante del meta Vargas. El asturiano es una mina, un futbolista al que se le encienden todas las luces en los sitios a los que al resto se le apagan.

Sabe posicionarse, tiene fuerza, su zurda es un martillo y dentro del área no se arruga. Tiene la claridad que a los demás le falta. Es una pena que la temporada se haya torcido de tal manera para todos. En otras circunstancias, Chus Hevia sería un claro candidato a dar el salto de categoría. Es inexplicable que Julio César Ribas tardara once semanas en darse cuenta de lo que tenía sentado en el banquillo. Los seis goles que lleva ahora mismo perfectamente podrían ser el doble.

El Cartagena debió haberse ido al descanso con una ventaja más cómoda, desde luego. Luque tuvo dos oportunidades notables. Primero, pudo marcar con la cabeza, al rematar en plancha, tras un robo y buen centro desde la derecha de Gato. Y luego con un trallazo desde la frontal, después de una bonita internada por la derecha de Chus Hevia. También tuvo dos ocasiones muy buenas para marcar el segundo Carlos Martínez, en sendos remates de cabeza. En ambas ocasiones, el pase fue de Jorge Luque.

Expulsión y palo

Antes de quedarse con uno menos, Chus Hevia remató a la madera. Fue en una jugada surrealista, ya que Germán centró y el asturiano, casi desde el suelo, puso la cabeza para mandar el balón a la cepa del poste. Vargas hizo la estatua. Y el asistente levantó la bandera. Sin embargo, el manchego Alberola Rojas (con el pinganillo roto) ni se enteró y dejó seguir la jugada.

Poco después, ya en inferioridad, Hevia y Gato no supieron concretar en un dos contra uno muy claro. Al final de esa acción, Gato fue agarrado dentro del área, pero el árbitro no quiso ver nada. Los extremeños avisaron con un cabezazo de Carreño y dos tiros desde muy lejos, de Piojo y de Toni. Poco a poco, encerraron en su área a un Cartagena fundido, al que Arcas no dio oxígeno. Y muy cerca del final, cuando la victoria parecía casi amarrada, Carreño se anticipó a Tarantino dentro del área pequeña y dejó temblando a un Cartagena incapaz de huir del infierno.

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