La Verdad
FC Cartagena

Un corazón de 'playoff'

Fernando, Mariano Sánchez, Carlos David y Súper reclaman gol en una jugada en la que el meta Alonso sacó el balón en la misma línea. / ANTONIO GIL / AGM
  • Un Cartagena eléctrico y solidario desarbola a un defensivo Cádiz, pero no lo remata

  • Mariano Sánchez se desquitó de su fallo en el gol de Airam con un tanto que da vida al Cartagena

Es Mariano Sánchez un futbolista imperfecto. Un jugador que se sale de la norma. Un hombre diferente. Un deportista poco corriente. Un caso único en el mundo del fútbol. Una persona capaz de renunciar a una carrera deportiva cuando todos hubieran ido a por ella. Y de ir a por ella justo cuando otros jamás hubieran pensado en convertirse ya en futbolista profesional. Y da la sensación de que el capitán del Cartagena (36 años) se empeña cada temporada en convertirse en el perfecto retrato de lo que es el propio fútbol cartagenero, tan imperfecto, tan pasional, tan cambiante y tan capaz de lo mejor y de lo peor. Es como si el pinatarense, que en estos diez años ha hecho más por Cartagena que diez mil cartageneros juntos, sea un calco en el campo de lo que es su propio club fuera de él.

Ayer, en el partido más importante del año, Mariano Sánchez cometió primero un error que permitió que el Cádiz se adelantara, por mediación del goleador Airam. Pero luego lo compensó, con una extraordinaria segunda mitad y un insólito gol con la derecha que hizo explotar de júblilo a un Cartagonova entregado. Semivacío, sí. Pero entregado, también. El blanco y el negro. Lo mejor y lo peor. Todo en una misma mañana. Así es Mariano Sánchez. Así es el fútbol cartagenero. Así llevamos más de cien años.

En la balanza, hubo muchas más cosas positivas que negativas. Lo que ayer ofrecieron Mariano Sánchez y sus diez compañeros (todo este año muy por encima del nivel de sus dirigentes, desde luego) fue un recital de entrega, solidaridad, casta, fe y amor por una profesión. Fue una exhibición de respeto a una camiseta y de lucha por una causa común. Un recital imperfecto, desde luego. Porque si Mariano Sánchez (tres años en el fútbol profesional y más de 300 partidos en la élite) es imperfecto, imagínense sus compañeros, todos obreros de la Segunda B con poca licencia para soñar. Muy poca. Pero, en definitiva, fue un recital conmovedor, en el que los de casa miraron a la cara al mejor equipo de la categoría y merecieron llevarse los tres puntos.

Cambio de roles

El Cartagena lleva casi todo el año abonado al fútbol directo. Ha vivido bien sacando partido a la segunda jugada y a la estrategia. El Cádiz, por su parte, ha querido imitar al Barça de Guardiola y convertirse en el cacique del grupo a base de fútbol de combinaciones. Toque, lujo y exquisitez. A los de Tevenet les fue de maravilla con su propuesta, tan rudimentaria como efectiva. A los de Agné, solo en casa. Fuera de Carranza tiraron media Liga. Por eso, Agné fue a la calle y Calderón llegó para cambiarlo todo. Y el Cádiz, convertido en un equipo defensivo, contragolpeador y que vive de la enorme pegada de sus delanteros, se ha metido en la pelea por el ascenso.

el entrenador

Así las cosas, ayer se intercambiaron los papeles de toda la temporada. En el partido del año, a solo tres jornadas de que lleguen los brindis y las lágrimas, el Cartagena fue el Cádiz de Agné. Y el Cádiz fue el Cartagena de Tevenet. Airam fue el Fernando de la primera vuelta y al golpear primero los visitantes dio la sensación de que los tres puntos se los iba a llevar el equipo que esperaba, solo se defendía y golpeaba a la contra. Eso parecía.

Nada más lejos de la realidad. El tanto de Airam, después de que Jorge López le robara la pelota a Mariano Sánchez con demasiada facilidad en un lugar comprometido y el ariete canario resolviera con mucha calma ante Limones, hizo que el Cádiz se encerrara aún más y el dominio del Efesé se incrementó. Los de casa tocaban mucho, pero abusaban de los pases horizontales y les faltaba profundidad. Eso sí, mandaban.

Entonces, Tevenet hizo un movimiento que cambió el curso del partido. Sacó a Menudo de la izquierda y lo puso de segundo delantero, muy cerca de Antoñito. Y entre los dos sevillanos destruyeron por la derecha a Andrés Sánchez, abandonado a su suerte por Migue García, que no defendía. Así, en el último cuarto de hora del primer acto, una sucesión de incursiones por la derecha de Menudo y Antoñito desembocó en una catarata de ocasiones de los locales, quienes merecieron irse al descanso con el partido ya remontado.

Menudo fue el primero en probar al meta Ricky Alonso. Bastó un tirito seco desde una posición esquinada para que todos comprobasen que las manos del portero suplente del Cádiz tenían la consistencia de una baguette recién sacada del horno. En la siguiente jugada, el disparo de Menudo fue más fuerte y Alonso respondió con una buena parada, de reflejos, colocación y mucha suerte.

Luego, Carlos David peinó en el punto de penalti y el balón dio en Fernando cuando ya estaba casi dentro de la portería. El 'nueve' estaba en fuera de juego. De Lerma chutó al larguero y en el rechace el cabezazo centrado de Mariano Sánchez lo sacó Alonso bajo palos. Los de casa protestaron porque entendían que el balón había entrado.

Gran imagen

En la segunda parte, nada cambió. El Cartagena tocó y tocó. Por momentos, un sector de la grada se desesperó ante tanto toque en zonas poco productivas. Es lo de siempre. Si juegas en largo, muchos se quejan del abuso del patadón. Si tocas la pelota en corto, los mismos que se quejan piden que mandes el balón en largo. Pero tanto toque y tanto control estaba más que justificado. El Cádiz estaba encerrado y había que tener paciencia. Además, cualquier fallo en la salida del balón era oro puro para los eléctricos Villar y Airam.

La entrada de Megías mejoró las cosas, ya que el Cartagena ganó verticalidad y presencia en el área rival. Su juego ya era menos previsible. Y los últimos 20 minutos, como ya había sucedido en el primer tiempo, fueron de puro desenfreno albinegro. Marcó Mariano Sánchez, Alonso se encontró un remate de Carlos David que entraba y Riau estuvo a punto de hacer el segundo con un libre directo fabuloso. El Cádiz estaba mucho más cansado que el Cartagena y el 2-1 se veía venir. Pero bastó una escaramuza de Kike López en el balcón del área para que Dioni asustara a Limones. Y entonces, los de casa entendieron que el punto era bueno. Era poco premio al esfuerzo realizado. Pero era lo que había.

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