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RUBÉN SERRANO
CARTAGENA
Jueves, 26 de julio 2018, 01:16
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En Segunda B hay realmente muy pocos jugadores que sean capaces de marcar las diferencias. En una categoría tan igualada y difícil de abandonar, encontrar talento, algo diferente, es como buscar una aguja en un pajar. Son una especie prácticamente extinta en la categoría de bronce. Pero, con paciencia y un poco de suerte, dar con el premio gordo es posible y puede suponer el todo o nada por subir a Segunda División. Con uno de ellos en la plantilla, las posibilidades de subir son mayores. Bien lo sabe el Cartagena y, sobre todo, su dueño y presidente: Paco Belmonte trabaja contra reloj y tiene menos de un mes para rastrear el mercado de arriba a abajo y firmar a uno de esos jugadores.
No le quedará más remedio al Efesé, una vez perdida la chispa y la magia de Alejandro Chavero en el centro del campo. El centrocampista catalán comunicó el pasado viernes a los dirigentes del club que quiere marcharse, por problemas personales; su deseo es estar cerca de la familia, que vive en Villarreal, y firmar por un equipo del grupo III. En este sentido, el Hércules (le duplica su salario actual) es la opción más atractiva (y próxima) que tiene sobre la mesa. Su adiós supone algo más que la pérdida de un jugador: el ex de Huracán, UCAM Murcia, Real Murcia y Ponferradina, entre otros, era el sostén del equipo dirigido por Alberto Monteagudo. Tenía contrato hasta 2019 e iba a ser un pilar muy importante en el nuevo proyecto de Gustavo Adolfo Munúa.
No en vano, Chavero fue la temporada pasada un futbolista muy constante: brújula en los peores momentos, siempre supo tirar del carro, desatascar el centro del campo y aportar fluidez, magia y último pase para bien de los delanteros, Aketxe y Rubén Cruz. Además, formó una estupenda pareja de baile con Miguel Ángel Cordero, y mezcló a las mil maravillas cada vez que tuvo que compatibilizar con Sergio Jiménez. Su fichaje fue una petición expresa de Alberto Monteagudo en el verano de 2017: fue la mejor noticia en una Ponferradina decepcionante, que ni siquiera entró en la fase de ascenso.
El Efesé vio ahí la oportunidad de fichar a un 'cerebro' con mucha mili en Segunda B, con más de 200 partidos y currículum de hasta 16 clubes distintos en su carrera deportiva. No defraudó y Belmonte dio en el clavo: había que fichar a un organizador, tipo '8', y la apuesta por el centrocampista catalán salió como anillo al dedo. No era nada sencillo dar en la diana, más aún con la exigencia de intentar el ascenso y con la marcha de Quique Rivero al Racing de Santander.
El de Cabezón de la Sal, ese tipo de jugador que prefiera dar la asistencia antes que marcar, dejó huella durante sus dos temporadas de albinegro. Y su adiós en julio de 2017 puso patas arriba el proyecto: días antes se había marchado Gonzalo Verdú al Elche.
Con Xavi, Iniesta y Pirlo de referentes, el de Cabezón de la Sal fue el faro del Cartagena durante dos temporadas, en las que disputó 70 encuentros y anotó 6 goles. Belmonte estuvo a punto de mantenerlo un tercero, pero finalmente su cariño por el Racing de Santander (allí debutó en Primera y es un aficionado más) pudo más que lo demás. Ahora, el reto que tiene el dueño del Cartagena será encontrar un sustituto capaz de mejorar a Chavero, o que al menos esté a su mismo nivel, a fin de mantener el listón alto en la plantilla.
Rivero y Chavero son solo dos ejemplos recientes de 'jugones' en el Efesé, pero hubo más en otras etapas que también han dejado huella. El de mejor recuerdo, por calidad y por el momento en el que eclosionó, fue Antonio Longás. El medio zaragozano se convirtió en el termómetro de aquella plantilla dirigida por Juan Ignacio Martínez en Segunda División. En el regreso al fútbol profesional 22 años después, Longás llevó la batuta de un equipo que maravilló por su juego de toque y por las tardes de gloria; él era el encargado de manejar al Cartagena de los Víctor Fernández, Toché y compañía que casi logra subir a Primera División. Criado en la cantera del Zaragoza (y posterior paso por la del Barcelona), jugó 73 partidos con la camiseta albinegra y dejó para la posteridad un repertorio de buena clase y criterio. Más tarde tomaron el testigo, con más o menos fortuna, Héctor Font, Diego Segura, Antonio Cañadas, Carlos de Lerma y Prosi.
Aunque la tarea no será sencilla, ni Belmonte ni Breis van a cesar en su empeño. Llevan un mes de absoluto ajetreo: pasan el día en sus despachos, en el estadio Cartagonova, hasta bien avanzada la noche. Últimamente se solapan unos temas con otros. Tanto el propio dueño del club como el manager general no han dejado de trabajar, primero en la campaña de abonados y en las últimas semanas enganchados al teléfono; llevan varias negociaciones abiertas, vía telefónica y por correo electrónico, y a la misma vez mantienen reuniones con los patrocinadores y solventan los problemas que surgen en el día a día: la intención de Chavero de irse, las ofertas por Hugo Rodríguez y Moisés García y el visionado y lectura de informes de posibles fichajes. Además, mantienen conversaciones con el cuerpo técnico.
Con esa rutina, 'bucear' en el mercado en busca de un centrocampista 'top' tampoco se olvida. En el club, cuando se les pregunta, insisten en que tienen «todas las opciones claras» de cuáles son los refuerzos que desean, pero que hay que andar con «cautela» y «esperar» a que ciertas negociaciones puedan llegar a cristalizar, porque hay otros equipos interesados y porque no es tan fácil cerrar algo de garantías en el mes de julio.
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